El intestino es el encargado de la producción del 90% de los nutrientes necesarios para la síntesis de serotonina y dopamina, los responsables del equilibrio emocional. Hay una conexión significativa entre el cerebro e intestino y entre este y las emociones.
La alimentación es crucial para el comportamiento de los niños, quienes se ven más afectados que los adultos ya que están en etapas de desarrollo y aún están formando sus conexiones neuronales. Construimos nuestro cerebro a base de la ingesta y es muy fácil que presenten un déficit, influyendo en la su actitud, por ejemplo un niño que muestra un déficit en magnesio puede llegar a desarrollar hiperactividad.
Los alimentos ricos en azúcar y dulces contienen muchos conservantes, estabilizantes y colorantes, ofreciendo calorías vacías. Debemos evitar que toman alimentos procesados ya que les proporciona un aumento rápido de energía que posteriormente se desploma, produciéndoles ansiedad, inestabilidad e irritabilidad. Además, el uso excesivo de las pantallas, tan presentes en nuestra vida diaria, producen más ansiedad a los niños quienes a menudo luchan con la autorregulación emocional.
Para realizar diagnósticos precisos, es importante fijarnos en la dieta del paciente. La sintomatología a veces puede ser engañosa y lo que nos parece un problema neurológico, como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), pueden ser el resultado de una mala alimentación o falta de sueño. Lo primero que debemos hacer es descartar todos los factores antes de llegar a un diagnóstico.
En la alimentación de un niño siempre debe haber aproximadamente un tercio de proteína, un tercio de hidratos y un tercio de grasa, incluso en la merienda y desayuno. Tenemos que enseñarles desde bien pequeños los buenos hábitos, sustituyendo cereales ultraprocesados por opciones más nutritivas, como una tostada con atún, de esta manera empezarán el día con tranquilidad y evitaremos esas montañas rusas de picos de glucosa.
Establecer buenos hábitos alimenticios desde una edad temprana contribuye significativamente al bienestar integral de los niños y a su equilibrio emocional.
Si te ha interesado este artículo sobre hábitos alimentarios saludables y cómo corregir conductas inadecuadas desde bien pequeños, recomendamos encarecidamente el libro "Dime qué come y te diré cómo se porta" de María Luisa Ferrerós y Dra. Victoria Revilla . Este libro profundiza en corregir conductas inadecuadas en niños y adolescentes y ofrece una perspectiva única que complementará la información presentada aquí.
La alimentación es crucial para el comportamiento de los niños, quienes se ven más afectados que los adultos ya que están en etapas de desarrollo y aún están formando sus conexiones neuronales. Construimos nuestro cerebro a base de la ingesta y es muy fácil que presenten un déficit, influyendo en la su actitud, por ejemplo un niño que muestra un déficit en magnesio puede llegar a desarrollar hiperactividad.
Los alimentos ricos en azúcar y dulces contienen muchos conservantes, estabilizantes y colorantes, ofreciendo calorías vacías. Debemos evitar que toman alimentos procesados ya que les proporciona un aumento rápido de energía que posteriormente se desploma, produciéndoles ansiedad, inestabilidad e irritabilidad. Además, el uso excesivo de las pantallas, tan presentes en nuestra vida diaria, producen más ansiedad a los niños quienes a menudo luchan con la autorregulación emocional.
Para realizar diagnósticos precisos, es importante fijarnos en la dieta del paciente. La sintomatología a veces puede ser engañosa y lo que nos parece un problema neurológico, como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), pueden ser el resultado de una mala alimentación o falta de sueño. Lo primero que debemos hacer es descartar todos los factores antes de llegar a un diagnóstico.
En la alimentación de un niño siempre debe haber aproximadamente un tercio de proteína, un tercio de hidratos y un tercio de grasa, incluso en la merienda y desayuno. Tenemos que enseñarles desde bien pequeños los buenos hábitos, sustituyendo cereales ultraprocesados por opciones más nutritivas, como una tostada con atún, de esta manera empezarán el día con tranquilidad y evitaremos esas montañas rusas de picos de glucosa.
Establecer buenos hábitos alimenticios desde una edad temprana contribuye significativamente al bienestar integral de los niños y a su equilibrio emocional.
Si te ha interesado este artículo sobre hábitos alimentarios saludables y cómo corregir conductas inadecuadas desde bien pequeños, recomendamos encarecidamente el libro "Dime qué come y te diré cómo se porta" de María Luisa Ferrerós y Dra. Victoria Revilla . Este libro profundiza en corregir conductas inadecuadas en niños y adolescentes y ofrece una perspectiva única que complementará la información presentada aquí.